jueves, 11 de octubre de 2012

Aniversario

La celebración más dulce


Hoy se festeja el Día Internacional del Dulce de leche, un producto que forma parte del Patrimonio Cultural Gastronómico Argentino. Conocé la historia del auténtico manjar criollo y el ránking de las 10 mejores marcas de dulce de leche de la Argentina.



También conocido como manjar, manjar blanco, arequipe o cajeta es un dulce tradicional de Latinoamérica y que corresponde a una variante caramelizada de la leche. Su consumo se extiende por todos los países latinoamericanos y aquellos lugares con extensas colonias de estas nacionalidades, como España. Este producto recibe diferentes nombres según el país en el que se consume, y presenta también algunas variedades regionales. Es ampliamente utilizado en postres como los alfajores, cuchuflíes, helados, pasteles o tortas.


Se confecciona con leche, azúcar y esencia de vainilla. Suele agregarse una pizca de bicarbonato de sodio como colorante. En algunos casos puede incorporarse crema de leche a la leche si se considera necesario. Si bien el dulce original se hace con leche de vaca, también puede elaborarse con leche de cabra (aunque no es una variedad habitual). De hecho, cada variante del nombre representa una variante en su elaboración. El arequipe colombiano está hecho con leche de vaca y azúcar con adición de bicarbonato de sodio, se hierve hasta caramelizar el azúcar y evaporar la leche. Su apariencia es la de un caramelo blando de color marrón.

En Argentina, el Código Alimentario Argentino estipula y exige unos requisitos mínimos para que un producto pueda ser llamado "dulce de leche". A su vez, el dulce de leche elaborado en Argentina está hecho a base de leche de vaca, azúcar, chaucha de vainilla (o esencia artificial de vainilla) y una pizca de bicarbonato de sodio. En nuestro país se elaboran distintas variedades de dulce de leche, entre las que se destacan el familiar –con dos subvariantes: el de "tradicional" (más espeso y marrón) y el "bajas calorías" (menos espeso y de un color más claro)–, el repostero (para repostería) y el heladero (especial para procesar helados con sabor a dulce de leche).

La cajeta mexicana está hecha de una combinación de leche de vaca y leche de cabra. Se originó en la ciudad de Celaya (Guanajuato) y su nombre deriva de las cajas de madera que se utilizaban para empacarlo. En México se ha creado una extensa gama de productos y golosinas derivadas del dulce de leche, entre las que se encuentran las "obleas con cajeta" y las "paletas de cajeta".

En Colombia, el arequipe paisa es un bocado muy dulce y de gran sabor. Por lo general se come acompañado de uno o dos vasos de leche fresca y helada. Por otra parte, en el Valle del Cauca es manufacturado y distribuido como "manjar blanco" en recipientes hechos de Totuma o en cofrecillos de madera; usualmente, el dulce está notablemente endurecido, pero todavía cremoso y cubierto de azúcar en polvo. En general es usado para confeccionar tortas y bocadillos; en Bogotá es usado en postres como milhojas (pastelitos de múltiples capas de hojaldre) y obleas (entre dos galletas redondas, amplias y aplanadas).


La polémica sobre el origen del dulce de leche

Existen diversos relatos sobre el origen del dulce de leche. Es difícil, sin embargo, establecer cuál es el verdadero ya que muchos de los países donde se lo produce se atribuyen su invención. El arquitecto argentino Patricio Boyle, durante el Primer Seminario de Patrimonio Agroindustrial de Mendoza, en 2008, da cuenta de que en 1620 el Colegio de Mendoza reportó en su libro de gastos la importación de varios frascos de "dulce de leche chileno": "Se importan en el siglo XVII varios frascos de Manjar, el célebre dulce de leche de origen chileno y que viajan a través de la cordillera hasta el colegio de Mendoza". Chile nunca ha reclamado paternidad sobre el producto, aunque existen registros de su consumo desde épocas coloniales.

En Brasil se encuentra un relato escrito de producción de dulce de leche, datado en 1773 en el estado brasileño de Minas Gerais.

En Argentina, se encuentra en el Museo Histórico Nacional un relato escrito que fecha la invención del dulce de leche el 11 de octubre de 1829 en instancias en que estaban por reunirse para firmar un pacto de paz Juan Manuel de Rosas y su enemigo político (y primo hermano) Juan Lavalle en la estancia del primero en el partido de La Matanza, en las afueras de Buenos Aires. Lavalle fue el primero en llegar y, fatigado, se recostó sobre el catre de Rosas y se quedó dormido. La criada de Rosas, mientras hervía leche con azúcar (preparación conocida en esa época como "lechada") para acompañar el mate de la tarde, se encontró con Lavalle durmiendo sobre el catre de su patrón. Ella lo consideró una insolencia y fue a dar aviso a los guardias. Poco tiempo más tarde arribó Rosas, que no se enfadó con Lavalle y pidió a la criada el mate con leche, quien recordó en ese momento que había dejado la leche con azúcar al fuego durante un largo tiempo. Al regresar a buscar la lechada, la criada se encontró con una sustancia espesa y amarronada. Su sabor agradó a Rosas y se cuenta que compartió el dulce con Lavalle mientras discutían los puntos del pacto. Este relato le otorga un origen accidental al dulce de leche. 

El cronista argentino Víctor Ego Ducrot, en su libro "Los sabores de la Patria", sobre la gastronomía argentina, explica que la anécdota de Rosas es una mistificación derivada de otra acontecida doce años antes en Chile. Indica que la difusión del producto hacia el Río de la Plata y Perú se habría producido tras la llegada del Ejército de los Andes a Chile en 1817 y que el principal responsable de la promoción del producto fue precisamente el libertador argentino José de San Martín a quien, en lugar de la lechada, se le ofreció "manjar" para endulzar su mate. A San Martín, reconocido sibarita, le gustó de tal forma el manjar de leche que decidió llevarse varios frascos en la expedición libertadora del Perú, para él y su hombres. En su retorno hacia La Plata se llevó otros frascos, junto a la receta para producirlo.

Uruguay argumenta que el dulce de leche debería considerarse típicamente rioplatense y no exclusivamente argentino, como la casi totalidad del patrimonio cultural de ambos países. En torno a este hecho se desató una polémica cuando en abril de 2003 la Secretaría de Cultura de la Nación de Argentina anunció su intención de declarar patrimonio cultural argentino el asado, las empanadas y el dulce de leche. En respuesta a este intento, Uruguay elevó un pedido ante la Unesco para que esos tres productos se consideren, debido a su origen incierto, integrantes del patrimonio gastronómico del Río de la Plata. El organismo aún no se ha expedido sobre el tema.

Existen escritos de la elaboración del dulce de leche en Cuba que datan de 1603. En ellos se afirma que es un postre casero elaborado en La Habana como presente para los marineros cuando llegan a puerto.[cita requerida] Por otro lado, Rodolfo Terragno asegura que el dulce de leche se encuentra en diversas culturas antiguas. En el Āyurveda, por ejemplo, aparece con el nombre de "rabadi" y se lo recomienda para evitar enfermedades y corresponde al postre de la India actual más comúnmente llamado rabri.

No obstante su parentesco como subproductos lácteos, el rabadi (al que Terragno llama "dulce de leche blando") es un subproducto del yogur, y el Khoya (al que denomina "dulce de leche duro") es ricota.

A la fecha ningún país posee la denominación de origen.


El Top Ten de los mejores dulces de leche argentinos

La revista Brando* publicó un ranking con las mejores 10 degustaciones que hicieron de un muestreo de 50 marcas que se comercializan en el país. El resultado fue el siguiente:



  1. Chimbote: Tan sólo decir Chimbote en voz alta y más de uno sentirá escalofrío. Esta es la marca premium histórica de la Argentina; de cuando la palabra premium ni siquiera existía en el país. Chimbote siempre fue "lo más". Es muy blando, y de color más claro que casi todo el resto. Su mayor logro, y desconocemos cómo lo hace, es que no empalaga. Cuesta 20 pesos el pote, el doble que el resto de los dulces premium, pero bien lo vale.
  2. San Isidro Labrador: Esta marca es propiedad de la misma gente de la cadena de heladerías Munchi’s, y está elaborado con leche de vacas Jersey, lo mismo que todos sus helados. De color oscuro, denso, pesado y muy cremoso, es ideal para comer a cucharadas (eso es lo que hacen sus verdaderos fanáticos). Acompañando un flan casero, nos cuesta imaginar una opción mejor. Un gran dulce de leche, poco conocido aun por el gran público.
  3. Havanna: La gran marca marplatense se valió de sus puntos de venta para posicionar esta maravilla. Súper denso, casi 100% opaco, duro, poco elástico y untuoso. Empalaga pronto, pero a pesar de esto, gusta muchísimo. Suena contradictorio, ¿no? Para que lo comprendan mejor, imaginen una Vauquita semi líquida. Distinto y valioso. Para comer sólo, con cuchara sopera.
  4. La Salamandra: Lamentablemente todavía tiene poca presencia en las góndolas, porque la mayoría de la producción se exporta. A la vista se muestra algo opaco, muy blando y cremoso. Esa opacidad se debe tal vez a cierta presencia apenas arenosa del azúcar, pero sin molestar. Dan ganas de comerlo cucharada tras cucharada. De lo mejorcito que se puede encontrar. Cuesta 11 pesos el pote de 450 gramos.
  5. La Serenísima Estilo Colonial: No hace falta presentar a esta gigantesca marca, jugador number one del mercado lechero argentino. Su versión "colonial" es contundente, de textura muy brillosa y cierta elasticidad que no exagera ni empalaga. Ideal para untar en pan de campo). La Serenísima Estilo Actual es otro de la misma línea, pero no le llega ni a los talones, pues es más blando y menos elástico.
  6. Campo Quijano: Una perla que proviene de Salta, una de las provincias gastronómicamente más interesantes de nuestro país. Nació para convertirse en la competencia del Chimbote, tanto que su estilo es similar, aunque es menos untuoso. Es rico, suave, y tiene uno de los mejores packagings. Sólo para gourmets golosos. Para encontrarlo hay que buscar bastante.
  7. Sancor Receta Original: La textura es maravillosa y el sabor, contundente. Un dulce que intenta ser bien "old fashioned", para lo cual no le vendría mal algo más de rusticidad. Lo recomendamos para rellenar una medialuna con abundante azúcar impalpable. Es notáblemente superior al Sancor clásico, que tiene un color más claro, consistencia media y resulta poco apropiado para comer a cucharadas porque empalaga en exceso.
  8. San Ignacio: Marca no tan grande, que en dulce de leches en un caso de estudio, por su gran éxito. Gran variedad de estilos, y una percepción simbólica por parte de los consumidores por arriba de su nivel de precios. La versión estándar se muestra semejante al "Actual" de La Serenísima. Cremoso, blando, con un color más claro, y menor densidad. Suave, rico y simple. San Ignacio acierta con éste dulce, pero no podemos decir lo mismo de sus variedades "con chocolate" y "con banana", que se parece más -este último- a una Banita Dolca que a un dulce de leche bien argentino.
  9. iLoLay: Gran jugador de la industria, con una amplia gama de productos en el sector lácteo donde también se destaca con sus quesos. Su dulce de leche es impecable, de estilo moderno, cremoso y de elasticidad media, lo cual evita el típico efecto empalagoso. Muy bien elaborado. Para fanáticos que no lo cambian por nada.Gran relación precio / calidad. Dentro de los de precio intermedio, es por lejos el mejor.
  10. Milkaut: Buen producto, packaging estándar, y nombre que hace no muy sutil juego con la conocida marca de chocolates (Milka). Textura cremosa (si bien con trazas de azúcar), con color oscuro que presagia sabores intensos. Cumple, con una contundencia dulzona importante. Para familias numerosas con chicos golosos.
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* Fuente: http://www.conexionbrando.com/1304860

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