martes, 27 de noviembre de 2012

Aniversario


A 70 años del nacimiento del genio que le hacía el amor a la guitarra

Una infancia miserable, un ascenso azaroso, una trayectoria tan breve como increíble, el apelativo de leyenda, su nombre tatuado en el muestrario de deidades del rock, el éxito y el exceso, una muerte aparentemente tan estúpida como previsible. Y más. Decenas de listados más. Con Jimi Hendrix no parece haber puntos finales, incluso cuando un cóctel de alcohol y somníferos lo aniquilara para siempre en 1970. El mito más grande de la guitarra, que hoy cumpliría 70 años (nació en Seattle, en 1942), no solo sigue sorprendiendo a través de su legado musical, sino también con las historias que desgajan sus biografías. 




Pese a la pobreza que lo rodeaba, el joven Hendrix se las arregló para conseguir su primera guitarra eléctrica, sin amplificador, con la que tocó en bandas locales, aunque sin lograr trascender. Poco más tarde lo arrestaron por segunda vez con un auto robado, por lo que le dieron a elegir: iba a la cárcel o se alistaba en el Ejército. Fue así como terminó en la División Aerotransportada 101. Pero la aventura militar fue apenas una ráfaga y Hendrix consiguió obtener la baja mintiendo que era homosexual. 

Tras un errático coqueteo con otras bandas en Nashville, con las que finalmente completó su formación musical, Hendrix se trasladó en 1964 a Nueva York, donde se inicia su senda hacia el éxito. En esa ciudad integró las bandas soporte de, entre otros, Curtis Knight, Ike & Tina Turner y Sam Cooke, Baddy and Stancey. Hasta llegó a tocar para Little Richard. 


Pero Hendrix quería su propia carrera como guitarrista, compositor y solista. Así que creó su primer grupo, Jimmy James and the Blue Flames. El público estadounidense, sin embargo, aún no estaba preparado para su forma poco usual de tocar la guitarra: con los dientes o por la espalda. Aunque de algo servirían esas exhibiciones: Chas Chandler -ex bajista de The Animals, reconvertido en representante- lo convenció, en 1966, de trasladarse a Londres. Y ese fue su acierto definitivo: junto con Mitch Mitchell en batería y a Noel Redding en bajo, fundó The Jimi Hendrix Experience, el éxito que lo transformó en una estrella negra que atraía a popes como Pete Townshend, Paul McCartney o Eric Clapton. Los cuatro años posteriores forman parte de la leyenda del rock. 


"Mental y musicalmente Hendrix estaba preparado para cabalgar sobre la ola de la naciente psicodelia. Él y la guitarra formaban un todo; disponía, además, de un creciente arsenal de efectos", sostiene Cross en su biografía, al referirse a esa etapa. El primer single del grupo, una versión de "Hey Joe", llegó al sexto puesto de las listas de éxitos británicas. Hasta su disolución en 1969, la banda publicó tres discos, con títulos tan emblemáticos como "Purple haze", "Little wing" o "Vodoo child". El último álbum, "Electric Ladyland" llegó al número uno de la lista estadounidense Billboard. 


En 1969, con su versión del himno norteamericano "The star spangled banner", Hendrix demostró su increíble capacidad para experimentar durante el festival de Woodstock. Solo con su guitarra imitó el sonido de ametralladoras, explosiones y aviones militares, en lo que fue más que un repudio a la guerra de Vietnam. "No protestamos, damos respuestas, una especie de solución", aclararía el guitarrista. Aquella actuación sigue figurando como uno de los momentos más importantes de la historia de la música. 


Pero el ídolo no supo asumir su rápido ascenso y las grandes expectativas que lo rodeaban. Empezó a consumir cada vez más drogas y a encerrarse en sí mismo. "Es la maldición de la genialidad -apuntó Clapton en una ocasión para explicar la situación de Hendrix-. Estás solo. Nadie entiende las profundidades en las que te sumerges para expresarte. En ese proceso se descubren cosas que aterran y que deben superarse en solitario". Hendrix no lo consiguió. Murió a los 27 años el 28 de septiembre de 1970, en el Hotel Samarkand. 


Con su innovadora forma de tocar, Hendrix dejó una impresionante herencia. Hendrix cambió la forma de tocar la guitarra. Apareció con el wah-wah, la distorsión, los vibratos y esas cuerdas que estiraba, y lo hacía como ninguno. El hecho de que era zurdo le adicionaba una característica única porque generaba un sonido muy particular y diferente del resto. Era un rockero de alma en una época en que se escuchaba más el jazz o estilos puros con guitarras rítmicas. En cambio, él cantaba y se acompañaba con solos estridentes, que serían la influencia para lo que después serían el rock pesado o el heavy. 

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