domingo, 10 de enero de 2016

Opinión

El primer mes M&M; Muy rápido y Muy furioso


Quita y baja de retenciones al agro, devaluación, caída del salario real, reinicio del ciclo de apertura económica y valorización financiera, concentración del ingreso, negativa a medir inflación, lluvia de DNU, avance sobre el Ministerio Público Fiscal, anulación por decreto de la Ley de Medios a pedido, jaqueo en los portales de medios opositores, intento de armar una Corte adicta, ajuste con despidos masivos de empleados públicos acusados de ñoquis, represión sin negociación con manifestantes... Determinación que saca varios cuerpos a la bucólica, fofa y en muchas oportunidades colaborativa reacción de la mayoría opositora, para colmo sujeta a una especie de manual no escrito de buenas costumbres, impulsado por los medios ahora oficialistas, que incluye boludear cien días frente al “nuevo gobierno”, más aún cuando “llegan las Fiestas” y “estalla el verano”.



La devaluación fue de 33% y la inflación aumentó del 25% anual al 38%. Es decir: subió 13 puntos porcentuales sobre la inflación inicial. Sobre la se pueden evaluar sus peligros: en regímenes de alta inflación la transmisión a los precios suele ser muy alta, porque la economía tiene contratos que se indexan a la tasa de inflación inercial de la economía. Por ejemplo, un contrato de alquiler. La devaluación se hizo sin un plan antiinflacionario integral (en particular, las cadenas de supermercados que controlan los precios minoristas y mayoristas), sin el compromiso con los especuladores que con el Cepo (financistas que compraban dólares a $10 al Central y los vendían a $16 en las cuevas) y sin pacto con las cerealeras y los grandes terratenientes para que liquiden las exportaciones (ellos ya especulan con un dólar a fin de año entre $17 y $25).

Queda expuesta una de las características más terribles del nuevo gobierno: una tendencia temeraria hacia la improvisación. El discurso vacío del "cambio", el "diálogo" y el "vamos todos juntos" derivó en un régimen por decreto que pega y después negocia, y que es traicionado por el propio staablishment que lo colocó en la presidencia, pero no le quiere ceder el poder. Y enfrentado a un ex oficialismo que tiene, al menos, al 30% del electorado dispuesto a apoyar cualquier medida (legal o ilegal) que pueda acabar con el actual gobierno. 

Lo gracioso es que haber perdido los puso "buenos" y "realistas". Dejaron el Ladricorporativismo y volvieron al Ladriprogresismo. Asumen que dibujaron los índices económicos pero se rasgan las vestiduras ante el "cierre" del Indec hasta su "normalización". Se horrorizan ahora ante la represión de trabajadores o manifestantes, cuando no hace mucho se los reprimía de igual forma. Se preocupan por la calidad institucional republicana ante la decretocracia y la intervención de organismos estatales (algunos autárquicos), mientras que cuando lo hacía el gobierno que apoyaban ellos era en defensa de "la causa nacional". Ahora les molesta que el Gobierno nacional responda a los intereses de ciertas corporaciones y grupos concentrados, cuando antes se apoyaban a corporaciones y grupos concentrados que apoyaban al Gobierno (que se hacía llamar) "nacional y popular". De golpe descubrieron que hay pobres, desocupados y clases medias con ingresos bajos incapaces de afrontar la inflación y la devaluación cuando no hace mucho hablaban de tasas de pleno empleo y de menor pobreza que las potencias europeas.

Pero gran parte de la población, para desesperación de los ex oficialistas, asumió el ajuste como necesario debido a las políticas que impulsó el gobierno que terminó hace un mes. Lamentablemente por la acción de los partidos tradicionales y los grandes multimedios eligieron a los peores ajustadores posibles. Una facción de la clase dominante que hambrea, explota y reprime al pueblo con un discurso más de derecha pero menos autoritario que la facción que gobernó más de una década hasta el 10 de diciembre, Los cómplices de narcos, barrabravas, jueces y policías corruptos no tienen autoridad para ajustar; pero la "vidriera" política no ofrecía opciones distintas, sino una tramposa elección "entre lo menos peor". Y las consecuencias ya están a la vista. 


La fuga que desnuda la inmoralidad de los ajustadores

José Luis Cabezas, Julio López, Luciano Arruga, Candela Rodríguez, y siguen los nombres de casos resonantes que conmovieron a la opinión pública(da) nacional y, en particular, bonaerense. Muchos de ellos con rasgos espeluznantes. En todos estos crímenes hubo siempre alguna vinculación entre delito y policía. Esta acumulación de información que se va sedimentando en la memoria de la población provincial es uno de los factores que determinó el voto en la última elección por la gobernación del distrito el 25 de octubre del año pasado. Se produjo un fenómeno rarísimo, millones de electores cortaron boletas para impedir que volviera a ganar un orde anquilosado, corrompido y casi despótico con el que la gente relaciona no sólo una mala gestión sino también la delincuencia, el lavado de dinero, el narcotráfico y las barras bravas. Se sintetizó todo con mayor o menor arbitrariedad con la figura del La Morsa Khannibal, embarrado por uno de los asesinos "fugados"

Este fenómeno complejo, grave, no es un fenómeno nuevo, sino que hunde sus raíces hace mucho tiempo atrás. En medio de este cuadro se instalan los tres asesinos fugados, la relación con las barras bravas; con punteros y funcionarios de los barones del Conurbano; algunos empresarios del juego y el espectáculo; ex funcionarios de anteriores gobiernos provinciales y nacionales; policías y jueces. Sobre este panorama se instala el gobierno de Heidi contra los Soprano. 

Ellos tienen un único argumento: todo esto es parte de una herencia recibida. En parte es verdad. Tiene que ver con una herencia de largo plazo y otra de corto plazo, total responsabilidad de Yoli, el ex goberna todo positivo, siempre para adelante. La de largo plazo es más compleja y radica en un eje central: en la provincia de Buenos Aires hubo 30 años sin competencia política, sin juego de oficialismo-oposición, sin control del gobierno. Ha sido un monopolio del poder ejercido con mayor o menor calidad por el Peronchismo. Y mucho peor en los municipios. Eso permitió que se erigiera un entramado mafioso. Lo que pasó a partir del 25 de octubre es muy parecido a lo que pasó en México cuando perdió el PRI después de 70 años: se quebraron los pactos entre la mafia y el poder. Esto es algo contra lo que la gobernadora Heidi y su improvisada armada de chicos bien bien intencionados no esperaban -ni sabían siquiera porque son chetos porteños- ni están preparados.

Todos estos problemas surgieron por una complicidad del Peronchismo gobernante y los Radichetas que se conformaron con conservar algunas municipalidades "históricas" y una representación en la Legislatura y algunos órganos públicos para hacer "caja"; y convertirse en una línea interna del oficialismo. Sobre este problema de largo plazo se instala una última gestión pobrísima y desviada por complicidad o negligencia. El nivel de compenetración entre las mafias, el aparato de seguridad y la política ligado al financiamiento de la política se profundizó en la gestión Yoli.

Los chetos porteños tienen una ventaja chiquita, no tienen relación con este entramado mafioso (aún). Esta es la condición de posibilidad de encarar la guerra contra el narco en la provincia, porque no se puede combatir lo que se consume. Más allá de está condición de posibilidad nos encontramos con peligrosas ingenuidades e improvisaciones. Primero vieron con menos claridad que el elctorado esta relación de las mafias con la política y los aparatos de seguridad de la provincia. Por esto intentaron una imagen de continuidad con menos olas posible. Como si el gobierno nacional hubiera sacado al ministro de economía y continuado con el resto del funcionariado y el Cepo. En la Provincia no tocaron a las cúpulas de La Bonaerense ni del Servicio Penitenciario Provincial ni se auditó la actuación de la Justicia provincial porque compraron la versión de los ex funcionarios de Yoli en le área. Se compraron las lacras y sus internas. Ahora vemos una lucha facciosa entre los policías que responden a uno u otro capo mafioso. 

Hay mucha ingenuidad. A los tres días de haber asumido la policía "encuentra" cuatro toneladas de marihuana en un gapón de Pilar y no apareció nunca el narcotraficante. Daría la impresión de que no solamente no tienen una dimesión política de lo que están haciendo sino que, peor aún, están aprendiendo.

Ahora aparecen las incógnitas de la fuga. Asesinos que se movieron impunemente por todo el gran Buenos Aires y que hasta se tirotearon (supuestamente) con la policía que los persigue pero nunca los agarra; yendo y viniendo a casas de amigos y familiares que no estaban vigiladas; se plantaron psitas falsas y operativos de distracción (como el 31 de diciembre que dijeron que "estaban acorralados" y negociando su entrega, o ayer que luego de que fuera capturado uno, hasta el gobierno se morfó la mentira de que los otros dos también habían sido atrapados). 

Estos son los problemas que hubo y que están, faltan los problemas que vienen. Recuperar la autoridad para con la Policía Bonaerense descontrolada. Separar "recursos internos" de la policía para darle autonomía. Debe aparecer una política de Estado: una convocatoria a los líderes de la provincia para hacer de la lucha contra el narcotáfico una cuestión de gobierno de todos los días y no un argumento más para hacer política electoral. 

Es una herencia del orden anterior que tuvo a la gestión Yoli como la cara más tenebrosa. Esa herencia tiene también su parte política que se evidenció en el ahorcamiento legislativo que intenta el ex oficialismo que dejó sin presupuesto a la gobernadora Heidi, presupuesto que debe financiar, entre otras cosas, el aparato de seguridad. Esto lo condujo desde Santa Cruz la propia Jefa y sus más allegados. Rompieron un acuerdo que hizo el propio bloque con el oficialismo actual. Esto le abrió a la gobernadora Hedi puentear a los legisladores y negociar directamente con los intendentes, sedientos de financiamiento. Entre el bloqueo del presupuesto bonaerense y la "fuga" de los asesinos hay un túnel subterráneo que es la investigación de los fondos de la efedrina en la campaña de La Jefa en 2007, causa paralizada pero no extinta. Que quizás la Justicia (fuerte con el débil y débil con el fuerte) se acuerde de reactivas. 


Mientras tanto los ingenuos porteños tratan de sobrevivir en una provincia que no buscaban gobernar, pero que les abrió las puertas a la posibilidad de superar "la luna de miel" si hacen las cosas bien. Hay que esperar a marzo, cuando el ajuste y la devaluación se conviertan en discusión paritaria, pasen el verano, las vacaciones y el calor y el "sinceramiento" de la economía, la pobreza y la desocupación pongan a la luz un escenario totalmente distinto a los del "relato ladriprogresista". El Gobierno de M&M va a tener que dar explicaciones y soluciones a una "realidad" que él mismo promete reconocer, algo nuevo después de al menos ocho años discutiendo sobre la verdad o mentira. 

La fuga de los presos de General Alvear ha dejado expuesta una crisis de fondo: un Estado entero -con su Justicia, su policía y sus partidos- ha mostrado su completa descomposición. El presidente M&M y la Gobernadora Haidi  no pueden ni quieren terminar con esa podredumbre. La razón es sencilla: necesitan de esos mismos aparatos para aplicar un ajuste contra los trabajadores. Mientras los Ladriprogresistas “protestan”, pero sólo lo hacen por sus prebendas y cargos. Mientras tanto, ellos mismos fogonean el ajuste. Como la hermana de Él en Santa Cruz; como sus empresarios testaferrarios en el Grupo 23, Austral Construcciones y Cresta Roja; como los intendentes del conurbano.


© carlitosber.blogspot.com.ar 10 Enero MMXVI
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