lunes, 9 de mayo de 2016

Historia de América Latina (2)

La tragedia de la colonización
Primera Parte: El encuentro de Europa y América


El surgimiento del "nuevo mundo" constituye una de las mayores tragedias de la historia de la humanidad en el sentido más hegeliano de la expresión. No sólo porque se trató de un genocidio brutal y un aplastamiento de culturas y sociedades -algunas borradas de raíz, dejando auténtica tierra arrasada-, sino porque era una tragedia inevitable: el avance del comercio mercantil -que estaba volviéndose capitalista- y de la tecnología permitían que el hombre europeo llegase más tarde o más temprano con intenciones de buscar riquezas y mercados a lo que se terminó llamando "América". Que haya sido Cristóbal Colón bajo el mecenazgo de la Corona de Castilla constituye más una anécdota, una casualidad. El choque entre la Europa del Renacimiento y la América "precolombina" iba a producir la misma tragedia si hubiera sino otro navegante e, incluso, otro reino auspiciante. Esto no quita culpas a los infames "conquistadores", pero un juicio histórico científico obliga a no caer en lecturas ingenuas plagadas de anacronismos, error intelectual por parte de algunos divulgadores, muchos de los cuales suelen adscribirse a una nebulosa e inconcreta "ideología de izquierdas", y digo inconcreta porque ni siquiera poseen la consistencia intelectual los historiadores marxistas o próximos a algunas de las principales tesis del materialismo histórico.



Los viajes medievales

Al finalizar la Edad Media existían en Europa dos importantes emporios mercantiles que monopolizaban el tráfico marítimo: la Liga Hanseática (que extendía su influencia desde el Mar Báltico al Mar del Norte, manejando el comercio de la Europa septentrional, desde los países escandinavos y Rusia hasta Alemania, Inglaterra y incluso los Países Bajos) y el mercado mediterráneo (dirigida por las prósperas ciudades-estado Amalfi, Venecia, Pisa y Génova, que se encargaban de introducir las preciadas mercaderías de Oriente, de gran demanda en Europa).

Este último era el que surtía a las grandes ciudades y las casas reales, que demandaban perfumes, especias, drogas medicinales, piedras preciosas, tejidos finos, sedas y tapices. Muchos productos penetraban en el continente a través de los mercaderes ambulantes y las ferias más o menos permanentes, que constituían grandes centros de consumo.

Es sabido que el comercio con Oriente es de vieja data. Desde los tiempos de los mercaderes venecianos Mateo y Nicola Polo, y principalmente por la acción desarrollada por el hijo de éste, Marco, Europa conoció las riquezas de Cathay (China) y del Cipango (Japón). Una obra dictada por Marco a un compañero de cautiverio en Génova, que se conoció con el nombre de Il Milione difundió las maravillas de las regiones por él visitadas y las enromes posibilidades económicas de esas tierras, opulentas y exóticas.

Fragmento de un Atlas catalán de 1375, ilustrando una clásica caravana en marcha del Turquestán a China
También las Cruzadas (siglos XI-XIII) habían comunicado a Europa con muchas regiones de Oriente. Los genoveses y venecianos que participaron en ellas aprovecharon para instalar factorías y emporios más o menos estables, intercambiando productos de gran demanda. 

Al producirse la caída de los emporios en Medio Oriente y, finalmente, de Constantinopla (actual Estambul) en manos de los turcos, se quebró  la posibilidad de comerciar con las caravanas orientales. Se hacía imperioso para los europeos hallar una nueva ruta para llegar a las "tierras de la espciería", a los emporios del oro, la plata y el marfil, y a los centros de las finas sedas y exquisitos tapices, en el marco del Renacimiento.

Pero junto al incentivo económico mercantilista se advierte el espíritu de cruzada tardomedieval, arribar a las legendarias tierras del preste Juan y convertir a los nativos antes que llegasen los infieles musulmanes.


La visión del mundo en la época de Marco Polo

Los geógrafos medievales habían ampliado considerablemente la creencia en seres extraños y fantásticos, legados de autores antiguos. Para ellos la zona tórrida estaba habitada por hombres monstruosos y deformes. El mapa de Richard  de Haldingham (fines del siglo XIII), existente en la catedral de Hereford, da un desfile completo de estos entes imaginarios. La madrágora, planta de rostro humano con maravillosas virtudes; los monóculos, que poseen un sólo ojo, una sola pierna y un pie de gran tamaño, que después de recorrer grandes distancias les sirve para descansar bajo su sombra; los parvini, que tienen cuatro ojos; el ealo, con cuerpo de caballo, cola de elefante y mandíbula de cabra; en la India aparece la mantícora, tremendo engendro con cuerpo de león, rostro humano y cola de escorpión. Todo ello era producto de la fértil fantasía humana unida a la ignorancia de la época y las elucubraciones teóricas de geógafos que jamás visitaban las regiones descritas.

Mapamundi de Hereford, de Richard de Haldingham, c. 1300.
Si las nociones sobre países alejados era bastante errónea, la zona del Mediterránea está detallada con bastante precisión. Eso se nota, por ejemplo en el grado de detalle de la cuenca mediterránea oriental, y en especial en la Tierra Santa. Los contactos mercantiles y las Cruzadas produjeron una notable ampliación de los conocimientos geográficos de la región del Levante.


Portugal gana la carrera por la "ruta de la especiería"

El enorme caudal de conocimientos náuticos atesorado en las ciudades italianas sería asimilado por los reinos del extremo sur-occidental de Europa: Portugal y España. 

Luego de liberarse del dominio musulmán en una mini-cruzada local -que se convertiría en la base sus identidad "nacional", en germen todavía-, Portugal inició la expansión hacia el Atlántico en busca de una ruta de la especiería a través del litoral africano. En poco más de cincuenta años los portugueses llegaron a las islas Azores, el golfo de Guinea, las islas de Cabo Verde y el extremo sur de África.

Cuando Bartolomé Díaz arribó a Lisboa con la noticia de haber descubierto el cabo Tormentoso en 1488, en el extremo sur de África, los portugueses advirtieron que la meta estaba cerca. El rey Juan II dispuso cambiarle el nombre al cabo por el más auspicioso y sugerente de la Buena Esperanza.

Mientras tanto, Cristóbal Colón al servicio de la Corona de Castilla aseguró haber llegado a la India por una ruta más radical (navegando hacia el occidente por el Mar Océano), hecho que aceleró la carrera entre Portugal y España por establecer una ruta con Oriente. En tal sentido, en 1497, Vasco da Gama partió de Portugal al mando de cuatro carabelas con la intención de doblar el cabo de la Buena Esperanza. El buen éxito coronó su empresa y en 1498 llegó a Calicut, en la costa sudoeste de la India: la ruta de la especiería (de la pimienta, la canela, el clavo de olor, la nuez moscada, el anís, el café, la mirra, el alcanfor, la seda y las precias preciosas) quedaba en manos lusitanas. 

        
  
Colón busca por el poniente el paso a las Indias

Según la tesis más aceptada, Colón nació en Génova alrededor de 1451. Era hijo de dos humildes tejedores, razón por la que sólo alcanzó a cursar los primeros estudios en una escuela sostenida por el gremio de sus padres. Pero pronto se aficionó por la navegación alistándose en expediciones comerciales por el Mediterráneo. 

Su llegada a Lisboa se produce por un hecho inesperado: el naufragio frente a las costas portuguesas de una expedición genovesa de la que formaba parte. Radicado definitivamente allí, se casó con Felipa Moñiz de Perestrello, hija del navegante Bartolomé Perestrello, uno de los descubridores de la isla Madeira.

Este matrimonio lo vinculó con los más importantes navegantes lusitanos, por lo que realizó algunos viajes bajo ese pabellón por el litoral occidental africano. Al mismo tiempo incrementó sus conocimientos naúticos y geográficos de la mano de obras como Imago Mundi del cardenal Ailly, donde se hacía referencia a la esferidad de la Tierra; la Historia rerum ubique gestarum del Papa Pío II; y Il Milione de Marco Polo.

Basado en estos saberes y en un mal cálculo de las distancias (creía que la esfera terrestre es más chica de lo que es en realidad), Colón expuso su tesis: sólo un pequeño mar separaba al extremidad oriental de la extremidad occidental opuesta. En 1884 manifestó sus conocimientos al rey Juan II. Pero como demoraba la resolución de las dos comisiones que encargó el monarca portugués (una de peritos y otra de navegantes), Colón rompió relaciones con la corona, y marchó hacia España.

Óleo sobre tela de Sebastiano del Piombo, 1519, (Nueva York, Metropolitan Museum)

España: la negativa de los eruditos y la decisión de Isabel 

Cuando Colón arribó a España, en 1485, era un momento poco propicio: los llamados Reyes Católicos (Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón) estaban empecinados en terminar con el último reducto "moro" de Granada. En el monasterio franciscano de La Rábida, trabó amistad con el el prior Juan Pérez, antiguo confesor de la reina, con el fraile Juan Marchena y con otras personas influyentes, entre ellas el conocido marino Luis Pinzón.

Estos personajes hicieron valer sus influencias para conseguirle a su amigo una conferencia con los reyes, quienes luego de conocer las ideas de Colón, encomendaron a una junta de eruditos el análisis del proyecto y las exigencias del navegante. la resolución final de la junta fue negativa. 

Desanimado y sin recursos, Colón se disponía a presentarse ante las cortes de Inglaterra y Francia, donde su hermano Bartolomé había iniciado gestiones. Fue entonces cuando dos miembros de la Corte castellana, Luis Santángel y Gabriel Sánchez, alentaron las esperanzas del genovés, pues pensaban en las ventajas para incrementar los dominios del reino y le replanteron el proyecto a la reina. Ésta objetó las ambiciosas exigencias de Colón y expuso la precariedad de los recursos de que disponía la Corona de Castilla. Los funcionarios se ocuparon de conseguir financiamiento para la empresa y, finalmente, Colón consiguió que la reina aceptara los planes llegando, tras arduas negociaciones, a un acuerdo, firmándose las Capitulaciones de Santa Fe.

En virtud de este documento, se legalizan los títulos y honores obtenidos por el navegante y se reglamenta su participación en la empresa: se le otorga el título de almirante de la mar océano, de las islas y tierras firmes que descubra con la facultad de transmitirlas en herencia a sus descendientes; se lo nombra virrey y capitán general de las tierras descubiertas facultándolo para intervenir en la provisión de empleos; se le otorga el tratamiento honorífico de Don; se le reconoce la décima parte de los beneficios devengados por el tráfico mercantil; se lo designa juez de todos los conflictos personales; y se lo obliga a aportar la octava parte de los gastos y recibir el mismo porcentaje de ganancias. Por último, creyendo que arribaría a Asia Oriental, se le extendió un salvoconducto dirigido al Gran Khan de los mongoles.          


En encuentro entre Europa y América

Colón se trasladó al Puerto de Palos para organizar su flota. Asociado con los hermanos Pinzón y con la financiación de Santángel logró equipar tres naves: la nao Santa María (también llamada Marigalante o Gallega), nave capitana al mando del propio Colón; y las carabelas Pinta, comandada por Martín Alonso Pinzón, y Niña, capitaneada por Vicente Yáñez Pinzón. 

Réplicas de la Pinta, la Niña y la Santa María en el Muelle de las Carabelas de Palos de la Frontera.
Con un total de alrededor de 100 tripulantes (sólo cuatro prevenían de las cárceles), la expedición partió el 3 de agosto de 1492. Después de recalar en la islas Canarias, el 6 de septiembre se internaron en el Océano Atlántico con rumbo hacia el incierto oeste. Entre el 13 y el 17 de septiembre experimentaron el efecto de la declinación magnética. Durante la noche del 6 al 7 de octubre se produjo un intento de motín en la Santa María que fue sofocado con la ayuda de los Pinzón. Sin embargo entre el 9 de octubre y 10 de octubre el descontento se extendió al resto de la expedición, tomando los capitanes la determinación de que se volverían en el plazo de tres días de no divisar tierra. El 12 de octubre, cuando la tripulación ya estaba inquieta por la larga travesía sin llegar a ninguna parte, el grumete Rodrigo de Triana dio el famoso grito de: "¡tierra a la vista!" 

Al despuntar el día los españoles arribaron a una isla, que los nativos del lugar llamaban Guanahani y que el almirante, al tomar posesión de ella llamó San Salvador. Se trataba de una de las islas del archipiélago de las Bahamas, posiblemente la que hoy se conoce como Watling. Colón estaba convencido de haber llegado a La India y por eso llamó indios a los habitantes del lugar. Posteriormente se avistaron nuevas islas: Cuba, a la que llamó Juana; y Haití, a la que denominó La Española. Allí, con los restos de la Santa María, que había naufragado frente a sus costas, hizo construir el fuerte de Navidad (25 de diciembre de 1492), dejando una treintena de hombres como guarnición, luego inició el regreso a España después de resultar infructuoso lograr dar con el Gran Khan.

Después de una gran borrasca que casi los hace naufragar, las naves se separaron, llegando la Pinta en primer lugar a Bayona, el 1 de marzo de 1493 y la Niña hizo lo propio llegando el 4 de marzo a Lisboa. El 9 de marzo, Colón se entrevistó con el rey de Portugal para convencerle de que la expedición no interfería con sus propiedades atlánticas y después partió para Andalucía. Finalmente, el 15 de marzo arribaron al puerto de Palos ambas naves con una diferencia de pocas horas una de otra.

Los reyes Católicos, que se encontraban en Barcelona, recibieron al almirante con grandes honores. Éste se presentó acompañado de nativos americanos, y de muestras de oro y plata, y algunos animales y plantas desconocidos para los europeos. A partir de entonces estas tierras recibieron el nombre de Indias Occidentales

Cristóbal Colón ante los Reyes Católicos en la corte de Barcelona (V. Turgis, siglo XIX).

Los nuevos viajes de Colón a las Indias

Colón realizaría otros tres viajes al Nuevo Mundo. A fines de septiembre de 1493 zarpó al frente de 17 naves y 1.500 hombres de toda condición: marinos, hidalgos, clérigos, soldados y artesanos. Su intención era establecer una factoría en Cathay. El 2 de noviembre arribaron a las islas Antillas. Colón tomó poder de varias islas: entre ellas Puerto Rico, llamada por los naturales Boriquen, y Jamaica. En La Española, descubrió que el contigente que había dejado en el fuerte Navidad había perecido y había ido destruido por los indios. Por ello estableció en otro paraje el fuerte Isabela. En Cuba estableció los primeros contactos con los aborígenes americanos.

Colón buscó infructuosamente las tierras descritas por Marco Polo. Mientras tanto en La Española, actuó su hermano Bartolomé al que le otorgó el título de adelantado, lo que despertó grandes antagonismos. Colón decidió entonces regresar a España rápidamente, a donde arribó el 11 de junio de 1497. Recibido por los Reyes Católico logró mantener su favor y que le ratifiquen sus privilegios. 

Mientras de Portugal partía la expedición de Vasco da Gama, los Reyes Católicos auspiciaban una nueva expedición de Colón al frente de seis naves que zarpó de San Lúcar de Barrameda el 30 de mayo de 1498. Dos cosas prometió el almirante: consolidar el domino Español y arribar a tierra firme.

Tres buques se dirigieron a La Española, y los otros tres al mando de Colón continuaron la exploración. Luego de descubrir la isla Trinidad, llegaron a tierra firme en la zona de la desembocadura del río Orinoco, en la actual Venezuela. Después de explorar las costas, donde los aborígenes le proporcionaron oro y abundantes perlas, Colón se dirigió a La Española. Allí su hermano Bartolomé había fundado Santo Domingo, ciudad que se transformaría en la primera capital de las autoridades indianas.

Los cuatro viajes de Colón
Pero su hermano había provocado serios enconos. Hasta españa llegaron las protestas de los colonos, razón por la cual fue enviado el comisionado Francisco de Bobadilla, quien llegó a Santo Domingo en agosto de 1500. El emisario real apresó a los hermanos Colón y después de un corto proceso los remitió a España. Allí Colón logró reconciliarse con los Reyes Católicos, pero perdió su título de virrey.

Mientras Colón esperaba la resolución de su proceso, los Reyes Católicos, autorizaron a otros navegantes seguir las rutas descubiertas por él. Pero la pobreza de los resultados en comparación con la riquezas de la ruta descubierta por los portugueses los obligó a armar una flota de cuatro buques y 140 hombres al mando otra vez de Colón que partió de Cádiz el 11 de mayo de 1502.

Intentó desembarcar en La española, pero su gobernador, Nicolás Ovando, se lo prohibió. Colón siguió su derrotero, descubrió la isla Martinica, cruzó el mar Caribe, y arribó otra vez a tierra firme en Panamá. Las características geográficas lo llevaron a creer erróneamente que estaba en la región de Mangi, vecina a Cathay, pero el estado de las naves le impidió seguir explorando, así que regresó a España, donde arribó en 1504.

En Sevilla se enteró del deceso de su protectora, la reina Isabel, con quien se esfumaban las esperanzas y las ambiciones del genovés, que rápidamente cayó en desgracia. Dos años después falleció en Valladolid en medio de la indiferencia de sus contemporáneos.


España y Portugal pugnan por las tierras y los mares "nuevos" 
     
Correspondió al reino de Castilla la audaz empresa de expandirse hacia Occidente a través de una nueva ruta oceánica. En la época se admitía la soberanía del Papa sobre las tierras ocupadas por infieles, aceptándose también la autoridad del Sumo Pontífice para conferir el dominio de dichas tierras el príncipe cristiano que se comprometiese a difundir el Evangelio. En tal sentido, por el Tratado de Alcaçovas (1481), el Papa reconocía a Portugal la Soberanía sobre las islas de Madeira, Azores, Cabo Verde y del golfo de Guinea, en tanto entregaba a España el dominio de las islas Canarias.

Al producirse el descubrimiento colombino, los reyes católicos se apresuraron a recurrir al Papa para asegurar sus derechos sobre las nuevas tierras, pretendidas por Portugal. Las tramitaciones ante el Papa Alejandro VI (que era de origen español) culminaron en la bula Intercaetera (mayo de 1493), que separaba las posesiones lusitanas y españolas con una línea divisoria trazada de norte a sur que corría a 100 leguas al Occidente de las islas de Cabo Verde y Azores: las tierras que quedasen al oeste pertenecían a España y las del este a Portugal. Esta solución no fue aceptada por los portugueses,razón por la que quedó planteado el conflicto por el "reparto de los espacios oceánicos".

Ambas potencias, lanzadas hacia una gran expansión ultramarina, necesitaban solucionar el conflicto. Emisarios de España y Portugal tras arduas discusiones firmaron el Tratado de Tordesillas (7 de junio de 1494) que establecía una línea de polo a polo que pasaría a 370 leguas al occidente de las islas de Cabo Verde; los descubrimientos realizados o a realizarse al este de esa línea pertenecían a Portugal y los efectuados al oeste a España. El Tratado pronto se transformó en letra muerta porque, por ejemplo, no fijó cuál de las islas del Cabo Verde era la que se debía tomar como referencia.      


El Planisferio de Cantino de 1502, muestra el meridiano designado en el Tratado de Tordesillas.


Se perfila el "nuevo mundo"

Con la intención de tomar posesión de las tierras, las coronas española y portuguesa despacharon una serie de expediciones que ampliaron y precisaron el conocimiento de "las Indias":
Alonso de Ojeda (1499-1500), acompañado por Américo Vespucio, llegó hasta la desembocadura del Orinoco y navegó a lo largo de la costa hasta Maracaibo, que denominó Venezuela, porque los nativos habitaban palafitos en islas e islotes costeros que le recordaron Venecia.
Vicente Yáñez Pinzón (1499-1500), recorrió las costas del actual Brasil hasta el cabo de San Agustín y descubrió la desembocadura del río Amazonas.
Rodrigo de Bastidas (1500-1502), exploró la costa centroamericana hasta Cumaná. Reconoció el puerto de Cartagena, el golfo de Darién y la costa oriental del actual Panamá.
Pedro Álvarez Cabral (1500), al servicio de Portugal, arribó por primera vez a las costas de Brasil, iniciando una serie de conquistas de una región que los lusitanos consideraban que estaba al este de la línea de Tordesillas.


El nombre de América: una injusticia histórica

El nombre que recibieron "las Indias" colombinas una vez que se descubrió de que se trataba de un "nuevo" continente no inmortalizó a su "descubridor" (¿no debería haberse llamado "Colombia"?), sino que hace referencia a otro marino; un florentino que realizó dos viajes al "Nuevo Mundo", uno al servicio de España y otro a las órdenes de Portugal: Américo Vespucio.  Uno de sus trabajos cartográficos que fue traducido como Mundus Novus demostró claramente que se trataba de una nueva masa continental distinta de Asia. Posteriormente, un grupo de cartógrafos alemanes publicó la geografía de Ptolomeo seguida de los descubrimientos de Vespucio, en la cual, por primera vez, se consagraría la denominación "América". España, no obstante, seguiría insistiendo durante mucho tiempo con la denominación "Indias Occidentales".


Martin Waldseemüller, Universalis Cosmographia (1507), primera inclusión del panfleto Mundus Novus de Vespucio y del término "América" en una cartografía.


Consecuencias de los descubrimientos

La importancia de los descubrimientos ultramarinos trajo una serie de consecuencias que incidieron tanto en el mundo americano como en el europeo:

  • La economía, la política y la historia por primera vez se convirtió en "mundial", y comenzó un proceso que muchos historiadores llaman hoy como "primera globalización".
  • Se produjo una gran expansión del comercio y un rápido desarrollo de la industria y el crédito.
  • La abundancia de oro y plata, proveniente de América, produjo inflación en Europa, lo que significó una etapa de acumulación y aumento de la desigualdad social, cruciales para el surgimiento del capitalismo.
  • Nuevos productos ingresaron a Europa (papa, tabaco, esencias, especias, maíz, tomate, chocolate, etc.) y a América (ganados vacuno, equino, porcino, ovino; trigo y otros cereales europeos; cultivos industriales como la vid, el algodón, el café y el azúcar de caña; etc.).
  • Las naciones coloniales aumentaron su poderío, iniciando un periodo de grandes rivalidades coloniales, por el que las naciones europeas debieron centralizar sus estructuras económicas y políticas.
  • España se convirtió en la nación predominante del siglo XVI.
  • Se amplió el conocimiento del planeta y nuevas "razas" fueron reveladas al hombre europeo y americano, repercutiendo fuertemente en el humanismo y la religión en Europa.
  • Se asentaron las ideas acerca de la forma de la tierra y del sistema solar: poco después Copérnico daba origen a la astronomía moderna.
  • Aparecieron "nuevas" especies animales y vegetales, pero también "nuevas" enfermedades, en un tráfico viral de funestas consecuencias, sobre todo para el hombre americano.    




© carlitosber.blogspot.com.ar, Mayo 9 MMXVI
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FUENTES:
http://es.wikipedia.org/wiki/Crist%C3%B3bal_Col%C3%B3n
http://es.wikipedia.org/wiki/Reyes_Cat%C3%B3licos
http://es.wikipedia.org/wiki/Tratado_de_Tordesillas
LLADÓ, J., GRIECO Y BAVIO, A., LUGONES-SESSARIEGO, A., y ROSSI P. Historia Segundo curso. La Edad Moderna. El surgimiento de la Edad Contemporánea. La Argentina hasta 1831. AZ Editora. Buenos Aires. 1992. pp. 50-64.

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