lunes, 11 de julio de 2016

Historia de América Latina (9)

La sociedad colonial: la conjunción de tres aportes

"De español y mulata, morisca".
M. Cabrera, 1763, osl, 136x105 cm.
Los pueblos nativos, los invasores europeos y sus hijos naciones en tierra americana (los criollos) y los esclavos africanos en menos de un siglo generaron una nueva sociedad. Los diferentes aportes raciales no mantuvieron su pureza (sobre todo en la América española) apareciendo el mestizo (cruce del europeo y el aborígen), el mulato (blanco y africano) y el zambo (indio y negro) y una seguidilla de subcastas de "pureza de sangre" que caracterizaban a una sociedad donde se mezclaban las relaciones de producción propias del mercantilismo precapitalista con tradiciones feudales europeas, costumbres autóctonas de los pueblos originarios, y los aportes culturales africanos. 





Blancos, indios y negros

Antes de la llegada de los españoles, la población originaria de los territorios conquistados por los españoles ascendía aproximadamente a 20 millones de seres humanos. Esta población se hallaba muy desigualmente distribuida a lo largo de dos grandes centros ocupados por las principales culturas precolombinas: el Imperio Azteca, en el actual México, y el Imperio del Inca, cuyo centro se hallaba en al actual Perú. Que se convirtieron en las capitales de los dos virreinos en los que dividió la Corona española sus conquistas.

En menos de un siglo se produjo un brusco descenso de la población indígena de los territorios conquistados, que según los cálculo más optimistas fue del 20%, mientras que los más pesimistas hablan de un 80%. A la masacre que significó la guerra conquistadora y las epidemias de enfermedades exóticas (sobre todo la viruela, el sarampión y la gripe); se unieron la sumisión de los nativos americanos a la servidumbre, cuando no esclavitud (sobre todo en las minas de plata y oro, auténticas "devoradoras de carne humana"); y en la alienación que acusó la ocupación extranjera y la transculturación forzosa (sobre todo a través de la "evangelización" de la Iglesia Católica) que provocó que poblaciones enteras se negaran a reproducirse o se plegaran a revueltas casi suicidas con consignas apocalípticas.

La población blanca se integró inicialmente por los conquistadores y sus descendientes, y aumentó paulatinamente con la llegada de colonos. Hacia 1570, los blancos no llegaban a representar ni el 1% del total de la población americana, cien años después esa proporción se elevó al 7% y a principios del siglo XIX llegó al 18%.

La Corona procuró estimular la emigración peninsular a los dominios americanos Las mujeres solteras no podían pasar, sí las casadas, lo que, de alguna manera, impulsó el mestizaje (sobre todo entre hombres europeos y mujeres indígenas), surgiendo (sobre todo en el área española) un gran mestizaje. Desde el siglo XVII América fue un continente mestizo. 

Las dieciséis combinaciones principales: 1. Español con india: mestizo; 2. Mestizo con española: castizo; 3. Castizo con española: español; 4. Español con negra: mulato; 5. Mulato con española: morisca; 6. Morisco con española: chino; 7. Chino con india: salta atrás; 8. Salta atrás con mulata: lobo; 9. Lobo con china: gíbaro o jíbaro; 10. Gíbaro o jíbaro con mulata: albarazado; 11. Albarazado con negra: cambujo; 12. Cambujo con india: sambiaga (zambiaga); 13. Sambiago con loba: calpamulato; 14. Calpamulato con cambuja: tente en el aire; 15. Tente en el aire con mulata: no te entiendo; 16. No te entiendo con india: torna atrás.

Fueron mestizos el llanero de la sabana venezolana, el guaso de los obrajes chilenos, el gaudeiro de las haciendas ganaderas el sur del Brasil y el gaucho de la pampa argentina. Durante esta época constituyeron un arquetipo social: eran "hombres de a caballo", se caracterizaban por ser hostiles a la vida de ciudad, por vivir en la campaña, muchas veces, marginados de la sociedad. Trabajaban como mano de obra temporal para cosechas, esquilas, zafras, yerras, vaquerías, etc. También como peones de estancias ganaderas, conductores de tropas de ganados o de carretas por las inhóspitas rutas terrestres. Y, finalmente, como tropa de choque para el combate contra los grupos originarios indómitos y en las constantes guerras entre gobernadores, audiencias y hacendados.

A mediados del siglo XVII se produjo la segunda ola de inmigración europea en América con la llegada de familias enteras y hasta mujeres y hombres solos a ocuparse, sobre todo, en las grandes metrópolis que empezaban  surgir, que necesitan comerciantes, servidores públicos y pequeños chacareros que cultivasen el trigo del pan traer, la vid y criasen vacas, caballos, cerdos y aves, que necesitaban las ciudades para proveerse. Los comerciantes pronto se convertirían en una "nueva" y poderosa "clase social" en ascenso que buscará codearse y mezclarse con la "nobleza americana" heredera de sangre de los conquistadores, y sus "privilegios" casi exclusivos: los cargos públicos, las haciendas, las minas, las encomiendas y las plantaciones.

La población negra estaba constituida por los esclavos obtenidos en las costas africanas y sus descendientes, que no perdieron esa condición hasta muy avanzado el siglo XIX. Teniendo en cuenta las entradas legales y las producidas a través del contrabando no parece exagerado decir que en el Periodo Colonial fueron introducidos en Hispanoamérica alrededor de tres millones de esclavos africanos. 

Tanto los negros, como los mulatos y los zambos, pertenecían al sector más bajo (la casta vil les decían). En cuanto al trato que recibían, variaba según la región: los esclavistas de las zonas cálidas (el Caribe y el norte de Sudamérica), afectados principalmente al cultivo de la caña de azúcar, el tabaco y el algodón, vivían en condiciones muy precarias y de extrema explotación; en las ciudades, en cambio, eran ocupados en tareas domésticas incorporados en la misma casa de sus amos en calidad de sirvientes y trabajadores artesanales, teniendo grandes posibilidades (si tenían algún oficio) de emanciparse y vivir "libremente" (eso sí, sometido a una fuerte discriminación, que incluía legislaciones segregacionistas).


La controvertida obra de la Iglesia Católica en América

Catedral Metropolitana de la Asunción de María, ciudad de México DF, México.

La evangelización de los indígenas constituyó uno de los fines trascendentales de la conquista española y la posterior colonización indiana. Desde la aventura colombina los Reyes Católicos impusieron un espíritu de Cruzada, que se acentuó con los primeros reyes Habsburgos (Carlos I y Felipe II) y se mantendría hasta el siglo XVII. En aquel entonces, la obra "civilizadora" de España era inseparable de la tarea "evangelizadora" y "educadora" de la Iglesia. La Corona española orientó su acción de gobierno ultramarino procurando, dentro de lo posible, dar cumplimiento a los ideales cristianos asumidos desde la época de la "Reconquista" española de su propio territorio en mano de los "Moros" infieles durante ocho siglos. 

Los reyes actuaron ligando la Iglesia a todos los acontecimientos relacionados a la exploración, conquista y colonización de América, y la labor desplegada por los sacerdotes y misioneros contagiados por el espíritu de Cruzada fue constantemente en aumento. Más allá de las rebeliones, de la destrucción de documentos con invaluables conocimientos por ser considerados paganos, la trasculturación forzosa, la fe católica terminó ganando a los indígenas, los cuales adhirieron fervorosamente al catolicismo. Fueron cruciales símbolos como el reconocimiento de la Virgen de Guadalupe con una imagen de virgen india, aparecida ante un indio americano; y cierto agiornamiento del culto, admitiendo algunas costumbres americanas, por ejemplo los carnavales.

El clero también percibía en muchos casos el tributo del indígena y disponía de haciendas trabajadas mediante encomendados, esclavos indígenas o asalariados.  Por otro lado, también podían elegir los lugares para construir templos, monasterios y escuelas a cargo de la iglesia, la recaudación y administración del impuesto que recibía la Iglesia (diezmo) y el derecho exequator, que le permitía autorizar o rechazar el paso a América de decretos papales. 

Un aspecto relevante de la Iglesia colonial en América y en Chile fue la existencia del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición. Este era un tribunal que se encargaba de juzgar a las acciones que supuestamente ponían en peligro a la fe cristiana. 

Las órdenes religiosas que más destacaron en la labor evangelizadora fueron las de los dominicos, los mercedarios, los franciscanos y, posteriormente, la de los jesuitas. Todos ellos dejaron una onda huella de su obra: crearon reducciones, escuelas, universidades; exploraron regiones desconocidas y promovieron una adecuada legislación protectora de los indios. 


Fray Bartolomé de las Casas y las "Leyes Nuevas"

Leyes Nuevas de 1542.






Desde comienzos del siglo XVI surgieron críticos en España con la situación que sufrían los indios en las, hasta entonces, islas próximas al continente americano. La Junta de Burgos y su fruto legislativo, las Leyes de Burgos (1512-1513), trataron de conciliar el derecho de conquistar América con la prevención de los abusos mediante, entre otras cosas, la creación de la encomienda. Esta figura jurídica tenía tres claros objetivos: de un lado, respetar la condición de vasallo del rey de España (esto es, no esclavo) del indio; de otra, evangelizarlo, tarea que correspondía al colono a cargo de la encomienda; y finalmente hacer productiva las tierras colonizadas mediante el trabajo del indio, a las que estaba ligado.

Las Leyes de Burgos no tienen precedente en la historia colonial americana. Son los primeros instrumentos legales creados para la protección de los habitantes de territorios colonizados, y precursores del derecho internacional. Sin embargo, estas leyes eran prematuras para su tiempo. En el conjunto de América, las libertades y derechos individuales no llegaron hasta el siglo XIX. Por ello, esta legislación vanguardista no siempre se cumplió en los territorios españoles de ultramar. Las leyes legalizaron una situación ya existente en la que algunos indios estaban obligados a trabajar para encomenderos.

Durante el reinado de Carlos I de España, el debate se reavivó. El rey, influido por la los escritos y argumentos del fraile dominico Bartolomé de las Casas, encargó revisar la legislación colonial. El propósito de Las Casas era abolir la encomienda, puesto que consideraba que se estaba degradando a los indios, forzándoles a abandonar su medio natural e instalarse en las encomiendas, al tiempo que la introducción del dinero rompía las estructuras sociales y comunales de los mismos. Su postura no era un hecho aislado, sino que se enmarcaba dentro de un debate acerca de la propia legitimidad de la conquista y colonización (así, Francisco de Vitoria pronuncia en 1539 dos relecciones, llamadas "de Indiis", en las que estudia siete títulos dictados para justificar el dominio del rey en Indias. Vitoria presenta una argumentación con base en ideas de Tomás de Aquino, por medio de la cual niega la legitimidad de tales títulos. Al final propone otros títulos, llamados "legítimos", con los cuales justifica la empresa americana. Su argumentación parte de la bula "Sublimis Deus" dictada por el papa Paulo III.

Fray Bartolomé de las Casas
Bartolomé de las Casas, a la sazón fraile dominico, se convirtió en un incansable defensor de los derechos de los indios, actitud que le ocasionó la enemistad de obispos, gobernadores y miembros del Consejo de Indias. En 1502 había realizado su primer viaje a América, diez años después de su descubrimiento, a La Española (actual República Dominicana y Haití). En 1512 se convirtió en el primer sacerdote ordenado en América. Pasó más tarde a Cuba con Pánfilo de Narváez y allí se enriqueció con los repartimientos y las encomiendas. Pero en 1514 decidió renunciar a sus propiedades y regresó a España un año después. Emprendió, entonces, su particular alegato en favor de los indios. En 1516 fue reconocido como Protector Universal de Todos los Indios, cargo desde el cual lidera la lucha por una legislación nueva para los pueblos originarios. 

En 1542 los críticos de la encomienda logran su propósito mediante la promulgación, por parte del rey, de las Leyes Nuevas (20 de noviembre). Estas leyes reeordenaron la administración ultramarina fundando varias Capitanías Generales, como la del Reino de Guatemala. Se decretó la extinción de la encomienda, y se prohibió la esclavitud del indígena, el cual gozaba (en teoría) los mismos derechos y obligaciones de cualquier vasallo de los otros reinos regidos por la Corona de Castilla. Las encomiendas dejaron de ser hereditarias y debían desaparecer a la muerte de los encomenderos actuales. Las principales resoluciones en beneficio de los indígenas fueron:

  • Cuidar la conservación, gobierno y buen trato de los indios.
  • Que no hubiera causa ni motivo alguno para hacer esclavos, ni por guerra, ni por rebeldía, ni por rescate, ni de otra manera alguna.
  • Que los esclavos existentes fueran puestos en libertad, si no se mostraba el pleno derecho jurídico a mantenerlos en ese estado.
  • Que se acabara la mala costumbre de hacer que los indios sirvieran de cargadores (tamemes), sin su propia voluntad y con la debida retribución.
  • Que no fueran llevados a regiones remotas con el pretexto de la pesca de perlas.
  • Que los oficiales reales (del virrey para abajo) no tuvieran derecho a la encomienda de indios, lo mismo que las órdenes religiosas, hospitales, obras comunales o cofradías.
  • Que el repartimiento dado a los primeros conquistadores cesara totalmente a la muerte de ellos y los indios fueran puestos bajo la Real Corona, sin que nadie pudiera heredar su tenencia y dominio.

Al mismo tiempo que se aprobaron las Leyes Nuevas, se creó también el Virreinato del Perú y la Real Audiencia de Lima. Fue elegido como primer virrey del Perú Blasco Núñez Vela, quien aplicó enérgicamente la nueva legislación. Los encomenderos protestaron indignados y organizaron una rebelión, eligiendo como líder a Gonzalo Pizarro, rico encomendero en Charcas.

Los oidores de la Real Audiencia se inclinaron a defender los derechos de los encomenderos, tomaron prisionero al virrey (18 de septiembre de 1544) y lo embarcaron, de vuelta a España. Pizarro entró triunfalmente en Lima el 28 de octubre de 1544, al frente de 12.00 hombres. Los oidores lo nombraron gobernador del Perú.

El virrey Núñez Vela logró escapar y organizó un ejército. Sin embargo, fue derrotado en la Batalla de Iñaquito, el 18 de febrero de 1546, hecho prisionero y decapitado en el campo de batalla. Pizarro también logró otra victoria sobre fuerzas leales, en la Batalla de Huarina, cerca del lago Titicaca, el 20 de octubre de 1547.

Sin embargo, el poder de Pizarro se desvaneció cuando el nuevo representante de la corona, el sacerdote Pedro de la Gasca, nombrado presidente de la Real Audiencia, ofreció el perdón a los sublevados y derogó las Leyes Nuevas. Las fuerzas de Gonzalo Pizarro empezaron a desertar y sumarse a Gasca. Ambos ejércitos se enfrentaron en la batalla de Jaquijahuana, en la pampa de Anta o Sacsahuana, el 9 de abril de 1548, donde los sublevados fueron derrotados y ejecutados sumariamente.

En México fue enviado el juez visitador Francisco Tello de Sandoval para aplicas las Leyes Nuevas. Sin embargo, el visitador optó por suspender su aplicación, ante las peticiones del Ayuntamiento de la ciudad de México, del virrey Antonio de Mendoza e incluso del obispo fray Juan de Zumárraga y los provinciales de las órdenes religiosas, mientras hacían llegar su apelación a España. El 20 octubre de 1545 el rey suspendió el capítulo que prohibía la herencia de las encomiendas. La norma que subsistió fue la concesión por "dos vidas", la del titular y su heredero. Las demás disposiciones quedaron en vigor. 


Las misiones jesuíticas: evangelización y educación de los pueblos originarios

Restos de la Misión de San Ignacio Miní (Argetina)

Las misiones jesuíticas se formaron con pueblos indígenas gobernados por religiosos de la Compañía de Jesús- Se instalaron reducciones en territorios marginales de difícil acceso (Canadá, California, México, Ecuador, Brasil y el Río de la Plata). En la primera década del siglo XVII los jesuitas fundaron la provincia jesuítica del Paraguay, que incluyó, entre otras, las misiones de San Ignacio Guazú, Itapuá, San Nicolás, Yapeyú, entro otras, que se diseminaron por la región del Gayrá donde predominaban los indios guaraníes.    

Todas las misiones poseían una similar estructura administrativa: un Cabildo integrado por los mismos indios, un padre-rector que actuaba como administrador y un jesuita-maestro encargado del adoctrinamiento religioso. Junto con el Cabildo, los jesuitas tuvieron en cuenta la dignidad y cargo de los caciques, pues éstos provenían de distintas comunidades tribales. No obstante es necesario destacar que el gobierno real de la reducción estaba a cargo de los religiosos, quienes ejercían sobre los naturales una actitud paternalista que incluía casi todas las decisiones fundamentales.  

La división de la tierra comprendía una parcela individual (avá-mbaé) que podía ser cultivada por los jefes de familia y una extensión común (Tupá-mbaé) para la explotación comunitaria. Las reducciones gozaban de autonomía económica y administrativa y los colonos españoles no podían ingresar en el territorio misionero. Tampoco se podían repartir los indios de las reducciones entre los encomenderos, ni se los obligaba a prestar servicio especial a los españoles. No obstante, las misiones jesuíticas, estaban sometidas a las gobernaciones locales, quienes confirmaban los nombramientos de los Cabildos de éstas.   

El sistema económico de las reducciones jesuíticas se aproximaba a un colectivismo agrario, en cual, sin embargo, subsistía la propiedad privada. La extensión común debía ser trabajada por cada indio tres veces a la semana y el productor de la cosecha integraba un granero común y servía para el pago de los tributos reales, el mantenimiento de la Iglesia y el cuidado de las viudas, huérfanos e imposibilitados. Los excedentes eran comercializados por los jesuitas. La cosecha de la parcela individual se destinaba a propio uso de la familia, procurándose que el sustento fuese suficiente para su mantenimiento Los productos originarios se podían intercambiar a través del trueque.

El usufructo de la vivienda era vitalicio, pero no podía trasmitirse por herencia, en tanto que el modesto mobiliario y las herramientas eran de propiedad personal. El ideal de la reducción tendía, en lo posible, a que se bastara a sí misma, de ahí que los padres jesuitas se ocuparan de la instalación de talleres públicos con el objetivo de promover las artesanías y manufacturas.



Resultados de la la labor misionera

Mantener una comunidad indígena y constante actividad productiva no era una tare atan fácil. Los guaraníes, acostumbrados al seminomadismo, a la práctica de la agricultura, a la caza y a la pesca; estaban habituados a procurarse nada más que lo necesario para el sustento diario; por lo tanto, les era extraño el concepto de producción y ganancia. Los jesuitas debieron, pues, inculcarles el concepto de desarrollo económico., pero para ello prefirieron la tarea educativa a la mera coerción.

La labor cumplida por las misiones se tradujo en meritorios resultados: los indígenas aprendieron a trabajar la tierra, muchos jóvenes fueron iniciados en la práctica de la artesanía (carpintería, herrería, platería, albañilería). Las mujeres, por su parte, aprendieron a hilar el algodón, dedicándose en especial a la tejeduría. Lo misioneros jesuitas trataron en lo posible alejar el ambiente de las misiones del desmedido afán de lucro que caracterizaban las relaciones de las encomiendas, haciendas y minas.

En cada misión jesuítica se instaló una escuela para iniciar a los originarios en la lectura y la escritura; la música y el canto; y el arte europeos. Para ello, los padres misioneros debieron aprender la lengua guaraní -para la que idearon una escritura basada en la escritura española- convertida en legua oficial, al tiempo que trataron de difundir el español entre los naturales.

Las misiones también utilizaron la imprenta. Cuando, por ejemplo, en Buenos Aires y otras ciudades importantes aun no se practicaban las artes gráficas, algunas misiones imprimían sus propios libros -catecismos en guaraní y español, diccionarios y gramáticas bilingües, y obras de carácter religioso- destinados a adoctrinar a los originales.       






© carlitosber.blogspot.com.ar, Septiembre 29 MMXIV
Permitidos su copia, plagio o reproducción sin citar la fuente
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FUENTES:
LLADÓ, J., GRIECO Y BAVIO, A., LUGONES-SESSARIEGO, A., y ROSSI P. Historia Segundo curso. La Edad Moderna. El surgimiento de la Edad Contemporánea. La Argentina hasta 1831. AZ Editora. Buenos Aires. 1992. pp. 164-171.
 http://www.nationalgeographic.com.es/articulo/historia/actualidad/7799/las_leyes_nuevas_alegato_favor_los_indios.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Leyes_Nuevas
http://es.wikipedia.org/wiki/Sistema_de_castas_colonial

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